El sistema de pensiones español ha sido objeto de numerosas reformas a lo largo de las últimas décadas, y su estructura se ha ido moldeando para responder a varios retos, entre ellos el demográfico. Desde que se estableció su configuración básica en 1985, se han llevado a cabo cinco reformas significativas, en los años 1997, 2002, 2007, 2011-2013 y 2021-2023. El objetivo ha sido, por un lado, disminuir la generosidad relativa del sistema y, por otro, abordar la necesidad de retrasar la jubilación y establecer condiciones de elegibilidad más estrictas. Sin embargo, hoy en día, esta situación ha puesto de manifiesto la brecha de género en las pensiones, que afecta especialmente a las mujeres.
La brecha de género en las pensiones
El análisis de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada señala que las diferencias en participación y empleo entre los géneros han creado «enormes diferencias» en la carrera contributiva. En la última década, las condiciones de jubilación, que requieren un mínimo de años cotizados, han demostrado ser más accesibles para los hombres y las mujeres sin hijos. Esto impacta desfavorablemente en las madres que han dedicado años al cuidado y crianza de sus hijos.
Este fenómeno tiene raíces históricas profundas. Durante el franquismo, las mujeres enfrentaron numerosas restricciones para acceder al mercado laboral, especialmente aquellas con hijos a cargo. El resultado es que, a medida que las cohortes de mujeres que comenzaron a trabajar entre 1955 y 1960 se acercan a la jubilación, la brecha entre los años cotizados se evidencia con cifras preocupantes: las cohortes nacidas antes de 1940 tienen una diferencia de hasta 15 años en su trayectoria laboral respecto a las nacidas más tarde.
Propuestas para cerrar la brecha
En respuesta a esta situación, la fundación propone un cambio que podría beneficiar a muchas mujeres en España. En lugar de mantener el complemento monetario actual para la maternidad, sugieren que se otorguen años cotizados adicionales a aquellas personas que han dedicado su tiempo a la crianza de hijos, esencialmente a las madres. ¿Por qué esta propuesta? Porque se argumenta que compensar a estas mujeres con años de cotización podría ayudarles a planificar mejor su jubilación y minimizar la brecha generacional que hoy en día es tan evidente.
El informe señala que las medidas actuales, como los complementos a mínimos y el complemento de maternidad, «no llegan a compensar la brecha entre géneros» para quienes ya han completado su jubilación. Después de aplicar el complemento de maternidad, la brecha permanecía casi inalterada para las cohortes anteriores a 1950, mientras que para aquellos nacidos en 1956, se logró reducir solo al 25%. Esto deja claro que los mecanismos implementados no son suficientes.
Condiciones de elegibilidad y sus efectos
Por si fuera poco, las condiciones de elegibilidad para la jubilación han sido objeto de debate. Se ha advertido que cambiar estas condiciones puede resultar injusto para ciertos colectivos. ¿Cómo se sienten las mujeres que entraron al mercado laboral durante el franquismo, después de haber dedicado años a la crianza de sus hijos, cuando las normas actuales las perjudican? Esta situación requiere una reflexión profunda sobre la equidad en el sistema de pensiones.
La actual regulación permite hasta 382 días de cotización adicional por cada hijo, pero expertos sugieren que esto es «insuficiente». Sin más cambios significativos, la brecha en términos de cotizaciones seguirá afectando a estas cohortes de mujeres, que pueden enfrentar una jubilación precaria a pesar de sus años de trabajo y dedicación. Así, se hace evidente la necesidad de replantear un sistema que, en lugar de castigar a aquellas que se ocuparon de la crianza, las recompense adecuadamente.
Un sistema pensada para hombres
Como se ha mencionado, el modelo de pensiones actual ha sido concebido históricamente como un sistema que beneficia principalmente a los hombres. Decisiones que podrían haber funcionado en un contexto de trabajo predominantemente masculino no han tenido en cuenta las diferentes realidades de las mujeres, especialmente aquellas que han sido madres. Esta desconexión ha llevado a un sistema que, mientras intenta adaptarse, sigue perpetuando desigualdades.
Las madres, que muchas veces tienen trayectorias laborales interrumpidas por el cuidado de los hijos, son quienes sufren las consecuencias. Según los datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales, estas inconsistencias provocan diferencias en la pensión efectiva que no son aceptables en una sociedad que busca la igualdad.
Fedea concluye que la solución para cerrar la brecha de género en las pensiones no radica solamente en introducir complementos monetarios, sino en transformar el sistema en uno que se ajuste a la realidad de las mujeres que han dado un importante paso al lado por el bien de sus familias. Quizás, otorgar años cotizados adicionales no solo sería un acto de justicia, sino también una estrategia esencial para lograr una equidad real en el ámbito de las pensiones en España.