Durante unas recientes jornadas en Madrid sobre los ‘Retos laborales de 2025’, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, lanzó una crítica contundente contra la idea de que la mejora de la productividad deba ser una condición previa a la reducción de la jornada laboral. Sordo planteó que es necesario transformar el modelo productivo actual que, según él, se sustenta en bajos salarios y largas jornadas. En su opinión, la productividad puede aumentar mediante una inversión en la cualificación de los empleados y en sus condiciones laborales. ¿No crees que es hora de replantear cómo valoramos el trabajo en nuestro país?
Por su parte, la vicesecretaria general de UGT, Lola Navarro, enfatizó que la propuesta de reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales no provocará la «implosión» de los convenios existentes, como afirmó la CEOE. Según Navarro, los sindicatos pretenden ser «aliados» de las organizaciones empresariales, buscando un entendimiento que beneficie tanto a trabajadores como a empresarios. La colaboración parece ser un elemento clave en esta discusión, pero, ¿será suficiente para llegar a un consenso?
La postura de CEOE ante la reducción de jornada
Durante las jornadas, la directora del Departamento de Empleo, Diversidad y Protección Social de la CEOE, Rosa Santos, criticó la propuesta del Gobierno, calificándola de «indigerible». Según Santos, el Ministerio de Trabajo no ha mostrado realmente una voluntad de negociación. Este tipo de afirmaciones suscitan un gran interés; ¿realmente hay espacio para el diálogo cuando existen tales desacuerdos?
Además, la representante de la patronal expresó que la idea de un registro horario, como parte de la iniciativa para reducir la jornada, es equiparable a «dinamita» en relación con el cambio legislativo que conlleva. Santos expuso que la nueva norma sobre sanciones por incumplimiento es «imposible de asumir» y que la inflexibilidad respecto al control de jornada laboral genera incertidumbre. ¿Es posible encontrar una solución que involucre a todas las partes sin comprometer la flexibilidad de las empresas?
A su vez, Santos mencionó un punto crucial: durante los once meses de negociaciones, no se presentó ninguna alternativa transitoria. La única flexible propuesta consistía en que la distribución irregular de la jornada laboral pasara del 10% actual a un 10,6%, lo que equivale a 182 horas anuales adicionales en una jornada completa. Esto plantea la pregunta: ¿se están considerando realmente las necesidades de ambos lados en estas conversaciones?
Retos en la negociación colectiva
Los sindicatos también han abordado un aspecto fundamental en la actual situación laboral: la racionalización de la negociación colectiva. Durante las mismas jornadas, los representantes de CCOO y UGT expresaron que uno de los retos a enfrentar es la complejidad de los convenios colectivos, abogando por una simplificación que beneficie a todos.
La vicesecretaria de UGT argumentó que la negociación colectiva debe racionalizarse y que se debería apostar por convenios estatales en lugar de tantos acuerdos autonómicos diversos. Esta perspectiva no solo tiene el potencial de facilitar la comprensión de los términos laborales, sino que también puede ayudar a evitar los desajustes que surgen de un sistema tan fragmentado.
Con estas propuestas, los sindicatos buscan construir un marco más cohesivo que permita avanzar hacia un futuro laboral más equilibrado y efectivo. En un contexto en el que muchos trabajadores sienten la presión de jornadas extensas y salarios limitados, un cambio en este sentido podría marcar una diferencia significativa.
Finalmente, como se señalaba anteriormente, la propuesta del Ministerio de Trabajo que incluye el plan ‘Pyme 375’, que ofrece acompañamiento y bonificaciones a las pequeñas y medianas empresas, ha sido vista con escepticismo por la CEOE. Santos argumentó que esta iniciativa parece tener la intención de «dividir» a las empresas y que, incluso para las micropymes, no es atractiva.
La actual tensión entre los sindicatos y la CEOE pone de relieve la necesidad urgente de un diálogo constructivo. A medida que se avanza en estos debates, queda en el aire la pregunta de si se podrá alcanzar un acuerdo que promueva la mejora de las condiciones laborales sin afectar negativamente la estabilidad empresarial existente. En última instancia, para que España gane competitividad, será esencial encontrar un punto de equilibrio en el que todos los actores involucrados se sientan representados y beneficiados.